23
Jun
2015
Buscaban al hijo que ya no existía
Enviado por Galsuinda
Historias de llanto y de dolor
1.- «Me llamo Serena y soy de Roma. Hace siete años conocí el infierno, por no haber sabido ser paciente; debía reflexionar y comprender lo que hubiera sido más correcto para mí y para mi hijo. En lugar de eso, me lancé sobre la opción más fácil. Cada instante revivo aquel de aquel maldito día con dolorosa lucidez y en cada ocasión el dolor se renueva, provocándome un dolor indescriptible. Yo, que soy considerada por todos como tierna, madura y sensible, he matado, porque de esto se trata, a mi niño. Yo, que lo debería haber protegido, he sido quien lo ha torturado».
2.- «Tengo 37 años y me llamo Lucía. Hace dos años con una enorme alegría estaba por ser mamá, pero mi compañero no estaba de acuerdo y se comportó en modo violento; tenía miedo y por eso decidí cambiar de ciudad para llevar adelante con serenidad el embarazo. Pero no fue suficiente: no me sentía segura y no tuve la valentía de proseguir la gestación. El trauma ha sido enorme. Se apagó la luz en mí y el sentido de culpa me comía viva. La depresión me impedía retomar mi vida; todo me parecía inútil, insignificante».
3.- «Cuando después del test me percaté de que estaba encinta, qué miedo, cuántos gritos, qué días de angustia! Tenía 18 años. Mis padres no tomaron bien la noticia y me dijeron que si no abortaba debía irme de casa. Tenía que decidir sola: nadie me habría dado hospedaje y mi novio había desaparecido. Deseaba tener a mi hijo, pero ¿cómo? Lloraba permanentemente. Después lo hice, aborté. Estuve muy mal: es una experiencia brutal que ha marcado mi vida y que no deseo a nadie».
4.- «En la sala de operaciones, antes del aborto, me daba vergüenza, me sentía violentada, golpeada en mi intimidad. Eran cinco a mi alrededor. Al despertar, estaba como paralizada: cuando me di cuenta de que no sería mamá, experimenté un tormento indescriptible. “No existe más! No existe más!”, gritaba desesperada dentro de mí. Desde ese momento comenzó mi calvario, hecho de remordimientos y de un sufrimiento que no se puede cancelar».
5.- «Me llamo Victoria. Era muy joven cuando quedé en cinta. No quería aquel embarazo, pero nadie intentó hacerme cambiar de opinión. ¿No era mi derecho? Hoy tengo 32 años, estoy casada y tengo dos niñas. Pero hoy en día mi pensamiento va frecuentemente a aquel niño, a aquel pequeñito, a Andrés, que no quise. Estoy segura de que si alguien me hubiera explicado, dicho o sólo preguntado si lo había pensado bien, hoy mi hijo tendría 13 años».
6.- «Siempre me había considerado como alguien que respeta la vida, pero las circunstancias me llevaron a ese infame gesto… El aborto voluntario tiene la capacidad de mandar todo a volar. Es como si te arrancaran alma y cuerpo, dejándote en pedazos. Sólo un poco después logré vencer mi orgullo para admitir que la mía había sido la peor decisión. No sólo porque el aborto es el homicidio voluntario de un hijo por parte de su madre, sino también porque los síntomas que se manifiestan después son tan graves y destructivos para el cuerpo y para la psique (como me sucedió a mí), que diría que hubiera sido mejor tener aquel niño».
«Hubiera sido mejor tener aquel hijo»